¿Cómo llevar a las redes sociales un lenguaje que nos conecte?

 

"El odio no puede sacarte del odio, solo el amor puede hacerlo" Martin Luther King Jr.

Recientemente el caricaturista Julio César González, más conocido por su pseudónimo "Matador", recibió un mensaje por Twitter en el que otra persona expresaba su deseo de que lo mataran, en respuesta a una caricatura suya sobre el Centro Democrático. Como en Resuena, nos concierne transformar todo lo que nos desconecta y nos aleja de vivir en armonía, no podíamos ser indiferentes a una de las formas más violentas en la comunicación, las amenazas, que son pan de cada día en la vida política de nuestro país, por eso elegimos este ejemplo. Tampoco podíamos cerrar los ojos ante lo que ocurre en las redes sociales cuando se usan como un espacio que reproduce e inflama la violencia con mucha facilidad, y poca responsabilidad para abordar las consecuencias de lo que ahí se genera.

Esta es la caricatura que sirvió de estímulo a la respuesta a MATADOR.

 
Esta es la caricatura que sirvió de estímulo a la respuesta a MATADOR.
 

La historia ha sido ampliamente documentada en los medios, nosotras vamos a enfocarnos en la frase que contiene la amenaza en respuesta a la caricatura de Matador, para hacer el experimento de traducirla desde la comunicación noviolenta. Nos interesa mostrar cómo podemos hacer un uso del lenguaje que sirva para expresar plenamente un desacuerdo o insatisfacción, sin necesidad de recurrir a la violencia, ni de deshumanizarnos.

 
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Aunque no es posible saber con exactitud qué sentía Ariel Ortega al escribir ese mensaje, podemos aventurarnos a imaginar que quizá sentía aversión, furia, hostilidad o rencor, pues esos son sentimientos que pueden surgir cuando necesitamos respeto o seguridad y pensamos que están atacando algo importante para nosotr@s, lo cual es una experiencia muy humana.

Teniendo eso en cuenta, cómo habría sido si Ariel Ortega hubiera dicho: Cuando veo la caricatura de Matador sobre el Centro Democrático, pienso que él está descalificando a personas con las que me identifico, en las que creo y admiro, y eso estimula en mi un sentimiento de aversión, hostilidad e impotencia, porque tengo una necesidad muy grande de respeto, cuidado y seguridad emocional. La impotencia que siento es tal que reconozco que para atender mis necesidades lo único que se me ocurre es querer que alguien lo mate, y ojalá alguien que sea capaz de hacerlo como creo que lo sería Castaño.

En esta versión que ofrecemos, la persona hace un ejercicio de autoconexión: qué siente cuando ve esa caricatura, y cómo se conectan esos sentimientos con sus necesidades (seguridad emocional, orden, respeto etc). Además, toma responsabilidad por su respuesta: él sigue teniendo una idea con un contenido violento pero reconoce que es producto de su experiencia, no culpa de "Matador", y la expresa como un deseo producto de su propia impotencia, y no como en contra del otro.

Este es un camino para humanizarnos, identificar qué está presente en nosotr@s y reconocer con transparencia nuestra propia debilidad o falta de imaginación para atender nuestras necesidades sin tener el impulso de irnos en contra de nadie. ¿Notan la diferencia?
Queremos darle atención especial a la impotencia, porque es precisamente eso, la desesperación, el pensamiento de incapacidad o de insuficiencia, el que nos estimula a recurrir a la violencia como única forma para satisfacer nuestras necesidades. Vivimos en una cultura en la que la violencia es un recurso normalizado, que creemos válido usar cuando no sabemos nada mejor que hacer para atender nuestras necesidades, si no se puede por las buenas entonces por las malas: si la persona no hace lo que yo quiero por las buenas, igual me impongo por las malas.

​Sin embargo, cuando hacemos eso, nos desempoderamos y, en muchas ocasiones, la consecuencia es que ni logramos atender nuestras necesidades, ni podemos calcular las consecuencias del impacto de nuestra acción. Eso es lo que ha pasado con este caso: Ariel Ortega es expulsado del partido y Matador se retira de las redes sociales. Lo que parte de una oposición entre posturas políticas, tramitada por medio del odio y de la violencia, acaba afectando quizás significativamente las vidas de ambas personas involucradas, sin que ni siquiera se conozcan o hayan tenido un intento de diálogo o entendimiento mutuo.

Las redes sociales son lo que hagamos de ellas: podemos convertirlas en un campo de batalla, o también en un espacio de solidaridad, apoyo y cooperación que aumenta nuestro poder colectivo. Para que prevalezca esa fuerza, es necesario empezar a hacernos conscientes que usar un lenguaje que nos humaniza y nos une sí es una opción y que podemos elegirla expresándonos plenamente y tomando responsabilidad por nuestra experiencia, en vez de dirigirla en contra de los demás. Empecemos a alimentar lo que nos conecta, nos necesitamos mutuamente, y cada un@ puede usar su poder para sembrar una forma de vida en la que tod@s ganemos.

Entonces, para terminar queremos plantearles las siguientes preguntas: ¿cómo podemos escuchar la verdad de otras personas sin convertirla en algo personal?, ¿cómo hacemos de las redes sociales un espacio seguro para generar diálogo, entendimiento y conexión?, ¿qué podemos hacer para evitar que con el uso que hacemos de nuestro poder, sigamos promoviendo las estructuras, que generan desigualdad, división, impotencia y alienación entre las personas, y empecemos a usarlo para empoderarnos, unirnos y a colaborar entre nosotr@s?​.

Si te interesa indagar sobre estos temas, Resuena te ofrece oportunidades para ampliar tu perspectiva y tener a la mano herramientas de comunicación.

 
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